Bellas durmientes

Bellas durmientes, Stephen King y Owen King

¿Sueño o pesadilla? Una distopía feminista

“El tiempo todo lo cura. O todo locura, y la locura no tiene cura”.

  • Título: Bellas durmientes
  • Autor: Stephen King y Owen King
  • Género: Terror y ciencia ficción
  • Año de publicación: 2018
  • Editorial: Plaza & Janés 

¿Qué pasaría si las mujeres abandonaran este mundo? ¿Cómo sería una sociedad solo con hombres o solo con mujeres? ¿Los hombres se abandonarían a sus instintos primarios? ¿Un mundo sin hombres sería más pacífico?

Estas y otras interrogantes se plantean en el libro Bellas Durmientes, escrito por Stephen King en colaboración con su hijo Owen King.

La historia gira en torno a una especie de enfermedad, llamada gripe de Aurora (en honor al cuento de La bella durmiente) que afecta a las mujeres cuando se quedan dormidas. Una especie de telaraña o capullo les brota de la cabeza y las cubre aislándolas del exterior, y si alguien las despierta, reaccionan violetamente.

Durante el sueño, las mujeres se trasladan a un mundo paralelo, en donde se les brinda la oportunidad de crear una nueva civilización… una sociedad matriarcal.

¿Era aquello el cielo? ¿O el purgatorio? ¿O un universo alternativo con un paso del tiempo alternativo?

Mientras, los hombres desconcertados, sin saber qué hacer, empiezan a desatar sus instintos más básicos. Solo una mujer parece inmune… ¿Será ella la causante de esta “enfermedad”? ¿Tendrá ella la cura? ¿Se trata de una anomalía médica o de un demonio que viene a desencadenar el apocalipsis?

Estas preguntas van acompañando al lector línea tras línea, provocando tensión en cada página y escena que se desarrolla y que nos va guiando hasta el desenlace de la historia.

A mí me ha parecido una trama sorprendente, muy bien hilada como siempre, con una reflexión muy interesante al plantear la posibilidad de un mundo exclusivamente femenino.

¿Qué harían los hombres sin las mujeres? Y ¿qué harían las mujeres sin los hombres?

A través de los personajes (que debo advertir son muchos) se denuncian comportamientos machistas, que (sin ser feminista) considero son los estereotipos que muy bien definen a la sociedad actual.

En Bellas durmientes presenciamos temas propios del imaginario de King: el insomnio, personajes aislados que reaccionan violentamente, la posibilidad de la propagación de una enfermedad que amenaza con acabar a la humanidad… pero al mismo tiempo es una especie de sátira sobre los hombres y el papel que juegan los medios de comunicación en situaciones extremas.

No te digo más para que lo descubras tú mismo 😉  

Sobre los autores

Stephen King es un escritor estadounidense de novelas de terror, ficción sobrenatural, misterio y literatura fantástica. Sus libros han vendido más de 350 millones de copias y en su mayoría han sido adaptados al cine y a la televisión.

Owen King es el hijo más joven de Stephen King y está casado con la escritora Kelly Braffet. Ha publicado en The Bellingham ReviewThe Boston GlobeOne StoryPaste Magazine, y Subtropics, entre otras publicaciones.

Si tú también has leído esta novela, déjame tu comentario con tu experiencia.

¡Hasta otra lectura!

El piso mil

El piso mil, Khatarine McGee.

Cuanto más alto subes, más bajo puedes caer

“Yo creo en la felicidad… Es solo que no estoy seguro de que el amor conduzca a la felicidad”.

  • Título:El piso mil
  • Autora:Katharine McGee
  • Género:Ciencia ficción
  • Año de publicación:2016
  • Editorial: RBA

El piso mil es una novela juvenil futurista, ambientada en el año 2118 en la ciudad de Nueva York. Llegó a mis manos sin ningún tipo de referencia o recomendación, en este caso el libro me entró por los ojos… el diseño de la portada me encantó desde el primer momento que lo vi y el texto de la contratapa me pareció interesante: “Una chica cae al vacío, sus secretos no mueren con ella”. 

Ante esto, decidí arriesgarme a la lectura, y digo arriesgarme porque no suelo leer mucho novelas juveniles (dejo este género para pelis y series, y en cuanto a libros me decanto más por otro género), sin embargo la lectura confieso me ha enganchado, quizá por la curiosidad de querer descubrir quién es la chica que cae al vacío y por lo bien que están dibujados los personajes.

En mi opinión, si eres de los que te gustan las historias tipo Gossip Girl o Pretty Little Liars esta trilogía seguramente te enganchará, si no te advierto desde ya que la odiarás y a mí por hablarte de ella, por eso también te digo que esto puede pasar si te quedas solo con una lectura superficial de la obra: los secretos y relaciones de amor, amistad y odio de un grupo de niñatos ricachones encumbrados, acostumbrados a vivir  en su propio mundo de lujos y excesos, muy por encima de los demás… y es que como señala el mismo título del libro, El piso mil se desarrolla en una supertorre que se alza en el skyline de Nueva York, en donde los más ricos y poderosos viven en las plantas superiores, dejando las inferiores para los más pobres.

Pero más allá del glamour y la frivolidad de este tipo de historias, me resultó muy interesante la visión de la sociedad que plantea la autora y la forma como la representa a través de una torre donde las clases sociales se marcan dependiendo del piso donde se alojen los personajes.

McGee presenta un futuro no muy lejano, con una tecnología un tanto superior a la nuestra, pero bastante factible, por ejemplo, los móviles son lentillas, los padres pueden diseñar el material genético de sus hijos a medida y los robots se encargan de los trabajos de limpieza.

El estilo narrativo sencillo y ligero de la autora, y la construcción de la historia partiendo de la visión de cada personaje, logra engancharte en la lectura, porque no conocemos los acontecimientos a partir de un protagonista, sino que gracias a la variedad de narradores los hechos se plantean desde distintas perspectivas, y creo que eso es algo positivo porque permite que el lector pueda empatizar con cada personaje y, según sus gustos, tenga sus propias preferencias (en mi caso, por ejemplo, Avery, que viene siendo el personaje principal, me resultaba insoportable y sentí mucha más empatía a lo largo de la obra por su amiga Leda, pero no entro en más detalles para evitar spoilers y prejuicios previos a la lectura).

Quiero decir también que el final del libro es realmente sorprendente, y cada escena está como pensada para televisión, de hecho leí que McGee es ex guionista de series de televisión y en una entrevista confesó que pensó cada final de capítulo como si fuera para la pantalla chica, además considera que ese detalle puede ser parte del éxito que ha tenido su obra.

¡Así que yo no digo más! Como he quedado satisfecha con este primer libro de la trilogía, estoy lista para comenzar con Vértigo, su continuación, (parece que soy más cotilla de lo que creía… jajaja).

 

Sobre la autora

Katharine McGee es de Houston, Texas. Estudió literatura inglesa y francesa en la Universidad de Princeton y tiene un MBA de Stanford. El piso mil es su primera novela. Fue durante sus años en Nueva York, trabajando como editora de día y escribiendo de noche, que comenzó su manuscrito sobre la vida en un rascacielos futurista.

Cuéntame, ¿tú ya has leído esta trilogía?, ¿qué te pareció?

Si tú también has leído a esta autora, déjame tu comentario con tu experiencia.

¡Hasta otra lectura!

Ni de Eva ni de Adán

Ni d'Ève ni d'Adam (Ni de Eva ni de Adán), Amélie Nothomb

Una historia de amor en Japón

“La lengua no engaña: largarse rima con salvarse. Si te estás muriendo, lárgate. Si estás sufriendo, muévete. No existe más ley que la del movimiento”. 

Ni de Eva ni Adán es un libro escrito por la escritora belga Amélie Nothomb. A pesar de que no es el tipo de lectura que suelo escoger, me ha resultado una historia divertida, tierna y melancólica al mismo tiempo. Debo confesar que me entretuve leyéndola, ya que me sacó muchas risas el tono irónico que emplea la autora a lo largo de la obra.

La historia gira en torno a una joven que nació en Japón, pero se mudó a Bélgica cuando era muy pequeña. Al regresar a su país de origen, decide mejorar japonés enseñando francés a los lugareños, de esta forma conoce a Rinri, un estudiante japonés que ama la literatura francesa y con el que comienza pronto una historia de amor.

El libro viene siendo un conjunto de anécdotas que nos cuentan varios episodios de esta curiosa relación entre Amélie y su estudiante/amante, siendo, como la vida misma, algunos más interesantes que otros.

Con este telón de fondo, la autora muestra una visión rica y particular de Japón sin caer en los clichés. De la mano del enamorado Rinri, nos adentramos en este país que ella admira tanto, a través de episodios como la visita a Hiroshima o la escalada al Monte Fuji, donde Amélie se identifica con el personaje Zarathustra de Nietzsche.

Como comenté al inicio, lo que más me gustó de este libro es el humor inteligente y original de la autora, también el espíritu de sus diálogos, así como la personalidad de la pareja protagonista y la manera de contar esta historia a partir de los estereotipos convencionales.

El éxito de la autora radica en parte a su originalidad, a su libertad en el momento de la escritura y a la presentación de personajes, creados a imagen y semejanza de ella misma.

La lectura me resultó interesante porque descubrimos Japón a través del aspecto occidental del personaje de Amélie, y, al mismo tiempo, el deseo de Japón de parecerse a Occidente:

«En casa, me hizo un té verde pero tomó una Coca Cola, un detalle que me divirtió porque ni siquiera me preguntó mi opinión. Era evidente que un extraño se regocijaría con este refinamiento japonés”.

La autora presenta los hechos desde una visión occidental y, por lo tanto, refuerza los aspectos que podemos encontrar impactantes o divertidos, con un conocimiento absoluto del tema. Pero, al mismo tiempo, es también la mirada de una amante de la cultura japonesa, sus habitantes, sus costumbres y, por lo tanto, su amistad.

Algunos episodios son divertidos, como cuando van a visitar una exposición:

«Muy rápido, supe que el show estaba en la sala. Lo que más me fascinó fue que este público de Tokio se detuvo respetuosamente antes de cada trabajo y lo observó seriamente”… sin entender nada.

O la historia de la fondue:

«Tuve que descubrir gradualmente el culto que los japoneses dedican al material para cada acción de la vida: el equipo para la montaña, el equipo para el mar, el equipo para el golf y, esta noche, el material para la fondue».

Pero otros episodios son difíciles de entender, como la historia que Rinri cuenta sobre el examen que presentó a la edad de cinco años para ingresar a la escuela: «Cada año, la mayoría de los niños de cinco años aprenden que se habían perdido la vida. Me parece escuchar resonancias de lágrimas», dice la autora.

Sobre el título de este libro, pienso que podría estar relacionado con una crítica del feminismo extremo, el concepto de una mujer liberada que huye antes de comprometerse con un hombre, independientemente de los sentimientos que tenga por él. Es posible que esté asociando el título con el final de la historia y el abrazo del samurái.

En fin, si buscas un libro anecdótico para pasar el rato y reírte un poco, Ni de Eva ni de Adán es una buena opción. En mi opinión, aquí no importa tanto la historia que se relata en sí (a fin de cuentas se trata de otra anecdótica historia de amor), para mí la importancia radica en la originalidad de la voz de la autora, en su forma particular de ver y mostrarnos el mundo.

Sobre la autora

Amélie Nothomb nació el 13 de agosto de 1967 en Kobe (Japón) en el seno de una familia belga acomodada. Debido a la profesión de su padre, diplomático de Bélgica, vivió, además de en Japón, en China, los Estados Unidos, Laos, Birmania y Bangladés. Habla japonés y trabajó como intérprete en Tokio. En su adolescencia se asentó en Bruselas. Estudió Filología en la Universidad Libre de Bruselas. Desde 1992, ha publicado una novela cada año.

Si tú también has leído a esta autora, déjame tu comentario con tu experiencia.

¡Hasta otra lectura!

Nada se opone a la noche

Rien ne s'oppose à la nuit
(Nada se opone a la noche),
Delphine de Vigan

Una dolorosa crónica familiar

«De esa forma descubría confusamente (…) que éramos intercambiables. Después nunca pude convencerme
de lo contrario, ni en las relaciones amorosas, ni en las amistosas» (79).

Rien ne s’oppose à la nuit (Nada se opone a la noche en español) es una novela intensa, triste y al mismo tiempo hermosa, donde la autora, Delphine de Vigan, relata, sin ningún tipo de maquillaje, su propia crónica familiar.

Llegué a este libro gracias a mi profesor de francés que lo recomendó este año, y la verdad es que aunque al principio me ha costado, pronto me atrapó  la historia ya que está basada en hechos reales.

La autora, después de encontrar a su madre muerta, se convierte en una astuta detective que intenta reconstruir el pasado de su madre Lucile. Para ello se vale de las fotografías tomadas a lo largo de los años, las cintas de audio de su abuelo,  las grabaciones de las vacaciones familiares filmadas en súper ocho y los testimonios de sus hermanos.

Creo que esta forma de contar la historia nos hace sentir partícipes de la obra, ya que somos casi un detective más que acompaña a la autora en su doloroso viaje hacia el pasado.

Por otra parte, los temas tratados son innumerables: el papel de la mujer, los secretos familiares que se revelan demasiado tarde, la muerte, el suicidio, la enfermedad mental, las drogas, el alcohol, los episodios psicóticos, la reconciliación, el perdón… y el papel del padre como creador de carácter y manipulador de situaciones dolorosas.

En mi opinión, Nada se opone a la noche es sobre todo la búsqueda de respuestas de una niña que debe asumir la muerte de su madre y necesita perdonarla para continuar con su vida.  También es un homenaje a esa madre perdida.

Sin duda tenías ganas de ofrecerle un ataúd de papel, porque me parece que son los más bellos.

Otro aspecto que disfruté del libro es que la autora nos permite entrar en su proceso creativo al narrar las dificultades que la llevaron a escribir esta novela tan íntima.

Poder saber cómo se siente y cómo experimenta el acto de escribir es un privilegio para el lector. Sus reflexiones sobre la necesidad de escribir para comprender la realidad o el significado de lectura y cultura para el desarrollo intelectual y moral del individuo también son muy interesantes.

De Vigan se enfrenta a la violencia de los secretos familiares en un ejercicio experimental que también implica una reflexión sobre la escritura misma y esto me ha gustado mucho.

En conclusión, disfruté mucho leyéndola porque es una novela emocional, escrita con un tono íntimo y con un dolor recalcitrante, y a pesar de que los episodios contados son muy difíciles de digerir, están tan bien escritos que es imposible parar la lectura.  

Sobre la autora

Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966) es una escritora francesa que ha tenido mucho éxito en Francia. Su primer trabajo publicado, Jours sans faim (Días sin hambre; 2001), salió a la venta bajo el seudónimo de Lou Delvig. Su primer éxito fue No et moi (No y yo, 2007), novela que recibió el Premio de los libreros y fue llevada al cine por Zabou Breitman.

Tras el éxito de ese libro, su obra Las horas subterráneas (2009) figuró en la lista de obras seleccionadas para el Premio Goncourt y obtuvo el Premio de Los Lectores de Córcega.

En cuanto a Nada se opone a la noch,  ha obtenido el Premio de novela FNAC, el Premio de novela de las Televisiones Francesas, el Premio Renaudot de los Institutos de Francia, el Gran Premio de la Heroína Madame Fígaro y el Gran Premio de las Lectoras de Elle.

Además de los premios, esta obra ha superado el medio millón de ejemplares y ha estado durante muchos meses en el ranking de las novelas más vendidas. Asimismo, ha sido publicada, o está en vías de publicación, en veinte editoriales extranjeras.

Si tú también has leído a esta autora, déjame tu comentario con tu experiencia.

¡Hasta otra lectura!

Las muñecas y el moloch, Carmen Vincenti

Las muñecas y el moloch,
Carmen Vincenti

Una novela contada por muñecas

“Hay que distinguir entre la muerte y un muerto, que nunca lo está del todo mientras ocupe la memoria de los vivos” (107)

La memoria y el olvido son temas recurrentes en la literatura. Por alguna extraña razón la idea de permanencia es una constante que se entreteje entre el lápiz y el papel, desencadenando historias en la larga lista de problemas existenciales del hombre. 

M. Giardinelli señala refiriéndose a un personaje de uno de sus cuentos: “Yo pensé que no aceptaba convertirse a sí mismo en recuerdo y que esa era su tragedia”. La tragedia del olvido.

En Las muñecas y el moloch de Carmen Vincenti las historias son sacadas del baúl de los recuerdos. 

Es una novela que “convoca una saga de varias generaciones que han habitado una misma casa por casi dos siglos”, señala Luz Marina Rivas en el prólogo.

Quizá lo más interesante de este libro sea que las historias son desempolvadas por una muñeca antigua, que gracias a sus palabras revive personajes, actualizándolos en su imaginario y adentrándolos en el nuestro. 

Historias que huelen a ayer, pero que a medida que se reconstruyen adquieren colores perdidos por la palidez de aquello que dejó de ser.

Carmen Vincenti nos ofrece una novela ambientada en una vieja casa colonial con casi dos siglos de existencia, sitio perfecto para albergar historias y hurgar sueños y decepciones de generaciones de habitantes. 

Si bien es cierto que las personas pasan, las casas quedan, y se perciben como ojos que pierden su brillo ante la ausencia del alma. “Ignoro si lo mismo que hay fantasmas de hombres y mujeres, existen fantasmas de casas”, señala Manuel Mujica Láinez. 

Ciertamente, una casa abandonada genera en nuestro imaginario un concentrado de historias que nos permiten reflexionar sobre el devenir del tiempo y lo efímero de nuestras vidas.

Sólo dos objetos sobreviven al paso del tiempo en esta novela: una muñeca, desde cuya humilde e inocente perspectiva se reconstruyen historias, y el moloch, ídolo de impreciso origen que parece estar relacionado de una manera misteriosa  con cada una de las historias.

La mirada cándida de Alma, muñeca que ha sido testigo de la vida doméstica de la casa, es la que le relata a Dulce, muñeca nueva que fue adquirida por Gregorio, el último habitante de la casa, historias de amor y desengaño protagonizadas por cada una de sus dueñas. 

La necesidad de Alma por revivir sus recuerdos en una especie de acto de auto-reconocimiento y rescate del olvido, y la avidez de Dulce por conocer los pormenores de los habitantes de la casa constituyen una mezcla perfecta para el desarrollo de historias.

Carmen Vincenti presenta con Las muñecas y el moloch una mirada femenina del mundo en una novela de amores contrariados donde se indaga en la intimidad de las mujeres, sin olvidar, como señala Luz Marina Rivas, el entorno y las convenciones sociales de cada época. 

Por un lado están las historias de las dueñas de Alma, por el otro, la de los personajes de la telenovela que ve la sirvienta, y, finalmente, la historia protagonizada por el misterioso Gregorio.

Todas estas historias tienen como trama en común el amor, que es presentado desde la perspectiva de las mujeres, y a partir del cual se estudian comportamientos femeninos marcados por prejuicios y dinámicas sociales. 

Es así como tenemos personajes arriesgados como Mariana, que por un acto de rebeldía al descubrir que su verdadero padre no era el que ella pensaba decide casarse con un peón, y personajes menos osados como Sol que prefiere quedarse sola a tener una vida al lado de un conspirador, a pesar de ser este el amor de su vida.

En esta novela se presentan historias como la de Inés, que tiene que huir luego que descubren que es amante del patrón de la casa, o la de Laura, que después de pasar años esperando por Cristóbal decide casarse con el primer hombre que le pide la mano, dando muestras de lo importante que puede ser para una mujer convertirse en la esposa de alguien, más que por amor, por aceptación y categoría social. 

También encontramos triángulos amorosos, como la historia de Anelisa que se enamora de dos hermanos.

Estas historias están acompañadas por elementos que le dan un toque de misticismo a la atmósfera en las que se desenvuelven, tal es el caso del frasco de rosas que acompaña a Alma con el pasar de los años y el moloch que la esclava Dolores colocó debajo del colchón de Elvira una noche en que esta estaba muy enferma, y que se supone debía salvarla de la muerte o acompañarla en ella. 

Otro elemento que no se puede pasar por alto es la presencia de los pájaros. Estos han tenido una carga muy importante sobre los personajes femeninos, comenzando por Elvira que tenía una jaula con ellos, seguida por Laura que los pintaba inspirada en la jaula ya vacía de tiempos de Elvira. Luego está Mariana que moldeaba pájaros en barro, y, finalmente, Sol que convirtió el taller de la anterior en una galería, completándola con unas piezas de porcelana que ella había recolectado.

Después de todo, lo importante no es el orden de las historias, sino el hecho de que existieron, ya que como señala José Ángel Buesa: “El tiempo y el olvido son las únicas cosas que no tienen fin”.

Sobre la autora

Carmen Vincenti nació en Caracas en 1943. Licenciada en Letras (UCAB). Magister Scientiarum en Literatura Hispanoamericana y Venezolana (UCV) y Ph.D. en el King’s College, Universidad de Londres. Ha sido profesora del Departamento de Lengua y Literatura de la USB y Coordinadora del Postgrado de Literatura. Tiene en su haber las novelas En cristales de cuerdas de arena (2000), Y la sombra como siempre detrás de sí misma (2001), Noche oscura del alma (2005), y una serie de relatos en un libro titulado Cuentos de seducción (2005). También ha explorado los terrenos del ensayo con los libros: Barroco y América Latina. Un Itinerario inconcluso (1990), El ente de papel (1995), La aventura metaficcional (1998) -Premio Municipal de Investigación Literaria 1997- y Una geometría disonante. Imaginarios y ficciones (2000).

 

El pozo de la historia, Mario Amengual

El pozo de la historia,
Mario Amengual

Una novela sobre el devenir

“La historia no es un pozo sino un río cuyas fuentes es necesario resguardar” (26).

Una de las constantes preocupaciones del hombre es la idea del devenir y el estancamiento como sensación de inconformidad y hastío por una realidad no comprendida, y en la que no logramos sentir que formamos parte. 

Esta lacerante sensación de inercia en la que nos sumerge la negación de nuestros tiempos emana del personaje principal de la novela El pozo de la historia de Mario Amengual. 

Este personaje, atormentado por una realidad inhóspita, vive en un parasitismo que mantiene a sus padres en un estado de nerviosismo al contemplar que el destino de su hijo no va por buen camino (o más bien no va por ninguno).

Esta novela logra por medio de las complejidades de su protagonista definir la batalla constante de una búsqueda de comprensión que no tiene fin y que se niega a las realidades de su tiempo. 

La historia se desarrolla en el ámbito universitario (rico en anécdotas), paseos nocturnos caraqueños de bar en bar y la rutina diaria en el Archivo Histórico, lugar de trabajo de Rafael, protagonista de la historia. 

Todos estos escenarios convergen para darle rienda suelta a la abrumadora realidad de un espíritu alienado y estancado en sus propias interrogantes: “Ni negado ni aceptado ni suprimido ni discriminado: en medio de lo incomprensible sabiendo que hay reglas, pretensiones, leyes (…) todo expresado como en un crucigrama y todo inexplicado como el enigma que desespera” (134).

Mario Amengual recrea con esta novela un mundo abrumador poblado por seres autómatas que viven en una inercia establecida por una realidad en donde pocos se plantean interrogantes sobre la vida, y quienes lo hacen se frustran ante la imposibilidad de encontrar respuestas. Es así como Rafael se pregunta así mismo: “¿Qué es lo grande (…) si ando ensartado en una rutina de discordias, contrastes, locuras de poder, desamor y sangre en las calles? ¿Acaso la vida no es la mayor parte del tiempo un sueño sobresaltado, una nave guiada por un suicida borracho?” (25).

La salida más fácil la hallará detrás de una botella o encima de una mujer sacada de algún bar. Es así como a lo largo de la novela acompañamos al protagonista en sus andanzas etílicas y presenciamos episodios jocosos, propios de la borrachera, como la anécdota del bautizo del Trío Pampero, maracayeros que “se creían dignos ejemplares de heroicidad alcohólica” (9), o de la cédula que Rafael tuvo que recoger de un retrete inmundo y luego de “haber limpiado su recién recuperada identidad ciudadana (…) salió con su hedionda legalidad en las manos” (14). Esto nos hace pensar que la identidad pareciera ser un pequeño plástico de papel sin el cual no existimos.  

A lo largo del libro encontramos un humor impregnado de ironía que crea una atmósfera sarcástica de la absurda realidad que se presenta ante un personaje que “cada noche se hundía en un lago oscuro de algas prensiles” (5).

El pozo de la historia es el retrato de un personaje sin esperanzas cuyos padres envían a la capital con el fin de sacarlo de su letargo y buscarle un mejor porvenir. 

Es así como Rafael comienza a estudiar en la escuela de Psicología, que abandona en poco tiempo, y a trabajar en el Archivo Histórico. Este sitio constituye el escenario perfecto para presentar una visión jocosa y divertida de la burocracia del país, o más bien de “la fauna de la burocracia subdesarrollada”, como la llama uno de los personajes del libro. 

Allí encontramos historias como la de Telmo, “conjunción idónea de picardía y homosexualidad marginal” como señala Marisol, una de las amigas de Rafael, o el matrimonio del gocho Ruiz, que describe una “verdadera ceremonia venezolana: atragantarse de cerveza y tragos de ron, cazar la pareja adecuada para <>, el chismorreo murmurado, los chistes procaces, la música a todo volumen, la palmadera en los hombros y las recomendaciones sexuales a los novios” (86). 

Además, es por medio de los personajes que laboran en el Archivo Histórico que se plantea una crítica ante la ineficiencia de las instituciones del Estado y el desmedido culto a los héroes nacionales, específicamente a Bolívar: “Éste es un país de <> que viven de los muertos: unos de Bello, otros de Bolívar, otros de Sucre, otros de Reverón…” (151).

Con respecto a Bolívar, el protagonista señala que reconoce su talento militar y político para su época, sin embargo agrega que “ese empeño de meter a Bolívar en todo (…) ha traído temor y flojera de ver el presente (…) Ocúpense del presente si de verdad son historiadores y poetas” (143). Es por ello que el presente parece permanecer olvidado en un pozo donde el lema del Archivo Histórico, que sirve de epígrafe para esta reseña, crea una paradoja ante la realidad que se manifiesta.

Este personaje que se  refugia entre libros, sin por ello dejar de criticar a los literatos del momento, o generar reflexiones certeras como: “¿Acaso basta reseñar un hecho, sea cual fuere, para otorgarle condición poética? (…) ¿No se trata de sentir, de ver de una manera distinta y escribir con palabras plenas de sentido” (94), conserva el asombro que producen las cosas sencillas: una mujer que barre en el medio de la noche y una madre con su bebé en la plaza lo cautivan y lo sumergen en un estado de contemplación difícil de alcanzar.

Quizá, al igual que el protagonista, sólo nos toca seguir el consejo del viejo mendigo para salir de este pozo en que nos encontramos: “observa y guarda lo que no te pudra (…) Mira tus manos y sigue tu historia. Larga o corta, pero sigue tu historia” (21).                                      

Sobre el autor

Mario Amengual (Maracay, 1958) Licenciado en Letras, Universidad Central de Venezuela. Actualmente es profesor de los talleres de Literatura I y II en el Núcleo de la UCV de Maracay. Ha colaborado en las páginas de opinión de los diarios Últimas Noticias, 2001 y El Siglo, así como en la revista ElMeollo.net, y algunos de sus poemas, cuentos y ensayos han aparecido en los suplementos culturales de El Impulso, Últimas Noticias, 2001, El Periodiquito y en Revista Nacional de Cultura e Imagen. Ha publicado los poemarios La arboleda deslumbrante (1991) y El tiempo de las apariencias (2000), además del poema en prosa Los extranjeros (2001).

Biografía Martín Tovar y Tovar, F.J. Duplá

Martin Tovar y Tovar,
Francisco Javier Duplá

Una pincelada hecha de historia

“Un gran retrato en el que las palabras relevan los trazos” Simón Alberto Consalvi.

 

La vida de un hombre comprende un sin fin de historias, unas cuantas enaltecedoras y otras tantas sombrías. Sin embargo, hay personajes cuya vida merece una especial atención porque tras sus pasos se haya un baluarte de ideas y acontecimientos que han contribuido con la formación de nuestra sociedad, tal es el caso del insigne pintor venezolano Martín Tovar y Tovar, a quien le debemos, gracias a su obra,  gran parte de nuestra imaginería histórica.

La biografía de Martín Tovar y Tovar (1827-1902), escrita por el profesor Francisco Javier Duplá, constituye un homenaje a quien se considera el pintor de la epopeya del siglo XIX. 

En este libro Duplá no sólo relata la vida del autor y sus inicios en la pintura, sino que, además, expone de una manera clara y precisa la historia que el pintor registró en sus cuadros, logrando con ello penetrar en el espíritu de este gran artista. 

Es por ello que Simón Alberto Consalva, editor adjunto del libro, señala en la contraportada del mismo que “Duplá es el pintor que penetró el espíritu y la obra de don Martín Tovar y Tovar. Un gran retrato en el que las palabras relevan los trazos”, como señalé en el epígrafe de esta reseña.

Para esta biografía, Duplá revisó las fuentes de varios autores que lo precedieron en el estudio de este personaje, entre ellos Enrique Planchart, Alfredo Boulton y Juan Calzadilla, a quienes cita a lo largo de la obra.

Martín Tovar y Tovar nace el 10 de febrero de 1827, y, como señala el autor, es el pintor venezolano más reconocido en el siglo XIX junto con Cristóbal Rojas, Arturo Michelena y Antonio Herrera Toro, quienes además de ser sus discípulos, fueron piezas claves en el desarrollo de la pintura venezolana. Muere en 1902 a los 75 años, durante el bloqueo, mientras Venezuela era asediada por potencias europeas. 

Sin embargo, lo importante de su larga vida no es la cantidad de años vividos, sino lo productivo que estos fueron, porque como señala la siguiente frase de Abraham Lincoln: “al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”, y, no cabe duda, que los años de vida de Martín Tovar y Tovar fueron muy fructíferos. 

Tuvo en su haber “más de cien retratos y cinco grandes lienzos de temas históricos, además de unos cuarenta cuadros de paisaje y otras obras menores” (101). 

Pero los cuadros de motivos históricos fueron los que le dieron fama imperecedera, específicamente: el cuadro de La Firma del Acta de la Independencia que pintó para el Salón de Sesiones del Concejo Municipal de Caracas, y el lienzo de La Batalla de Carabobo, para el Salón Elíptico del edificio del Congreso Nacional por encargo del presidente Antonio Guzmán Blanco. 

Además de estas obras, elaboró el cuadro de La Batalla de Junín, que en 1902 se desprendió del cielo raso del Salón Amarillo del Capitolio, y también realizó un esbozo de la Batalla de Ayacucho.

Como muy bien señala el autor del libro, el mérito fundamental de Tovar y Tovar radica en que “creó la iconografía fundamental de la historia patria, sin ceder a la exaltación innecesaria y a la alegoría, que no fue de su gusto” (79).

El autor del libro señala que el género más cultivado en aquella época era el retrato. De este particular manifiesta que uno de los talentos del pintor fue el “saber adentrarse en el alma del retratado, sin limitarse a copiar servilmente los trazos de sus semblante” (81). 

Antes del auge de este género, la pintura religiosa había sido la predilecta en tiempos de la colonia, pero después de la independencia decayó. Más adelante, a finales del siglo XIX, aparece la pintura de paisaje gracias a la obra de Tovar y Tovar y de Michelena.

Duplá nos explica, con respecto al panorama que le tocó vivir al biografiado, que “el clima social no era propicio para el cultivo de una vocación artística” (20). Es por ello que a los 23 años sus padres lo enviaron a España, donde estudió pintura en la Academia de San Fernando. Pero la mayor parte de su formación la tuvo en París. 

Calzadilla, citado por Duplá, señala que, entre otras cosas, “del francés ha adquirido el gusto de la historia (…) el afán de ser verídico en la interpretación de los hechos” (25).

Su regreso de Europa representó una nueva etapa para la pintura venezolana, que Duplá llama período heroico. En esta época, Guzmán Blanco juega un papel importante ya que es “el primero en darse cuenta de la importancia de la imaginería histórica para la construcción del orgullo nacional” (43), y es por ello que en el año 1873 le encarga ejecutar 30 retratos históricos, con el fin de realizar una galería de cuadros con los personajes de la Independencia. 

“Gracias a estos retratos y a los grandes cuadros históricos que pintará después, Tovar hace que el hombre común de Venezuela entre en contacto con su propio pasado, en una forma más viva y didáctica” (44). Sin los lienzos de este personaje, que, curiosamente, trató siempre de alejarse de los acontecimientos políticos, “la historia patria estaría incompleta”.

Duplá en este libro se adentra no sólo en el imaginario de la época sino también en el espíritu de un hombre que fue, es y será siempre orgullo nacional.

Sobre el autor

Francisco Javier Duplá (España, 1940), religioso jesuita. Ha publicado numerosos artículos sobre temas educativos en la Revista S/C. Es coautor de varios libros sobre educación, pero también tiene en su haber cinco libros de cuentos: Las caricias de la hierba (1995), Un espejo a lo largo del camino (1998), El regalo del tiempo (2000), Latín para señoritas (2004) y Cuentos claros para días turbios (2006). Asimismo, es autor de una biografía sobre Armando Reverón y Arturo Michelena.

Candelas de verano y otros cuentos, Julián Padrón

Candelas de verano y otros cuentos

Relatos de la pluma de Julián Padrón

“¡Las lágrimas son salobres, pero saben tan dulces cuando por ellas se vierte la angustia, que luego soplan aires de calma y se siente un profundo bienestar interior y un alado reposo!” (89).

La cita con la que doy inicio a esta reseña es tomada de uno de los cuentos que forman parte de la antología Candelas de verano y otros cuentos de Julián Padrón, relato que, a su vez, le da título al libro, por ser considerado uno de los cuentos más importantes de este escritor de la narrativa venezolana de tendencia criollista. Este cuento relata la historia de Manuel Urpia, quien decide suicidarse luego de quedar impotente producto de un incendio del cual fue víctima.

Refiriéndose a Padrón, Mariano Picón Salas señala, en el prólogo de las Obras Completas de este autor, que “en su corta vida estuvo buscando esa novela que resumiera todo el cuerpo y el alma de nuestro país, las gentes, estamentos, paisajes, actividades, angustias y sueños que pueden caber en nuestra contradictoria geografía”.

Es así como en los relatos de Padrón encontramos personajes que representan al pueblo venezolano, desde su sencillez y nobleza hasta su rudeza y valentía, como se indica con certeza en la contraportada del libro. 

Se trata de personajes empapados de sueños y con ansias de defender sus ideales, como se manifiesta en el cuento que da inicio a la antología, “El desterrado”. En este relato, Cruz Aparicio, hombre del pueblo que lucha por la desigualdad de clases, es expatriado por ser considerado un conspirador contra el régimen imperante. 

A través de este personaje se hacen reflexiones importantes sobre la libertad de expresión, la pobreza, la desigualdad, los derechos del hombre y el abuso de poder, temas muy recurrentes actualmente.

“El desterrado” es la historia de un pueblo que sufre el disfraz de una democracia que justifica, tras la frase constantemente repetida: “normalizar la situación”, la existencia de presos políticos, el cierre de periódicos y sindicatos, la prohibición de partidos políticos, entre otras cosas. Temas que, por la época en la que fue escrito el cuento, aluden a la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Padrón nos transmite con este cuento mensajes que nos ponen a reflexionar: “Por fin nos quitamos los altaneros de antes. Luego tendremos que quitarnos los altaneros de ahora” (5). Como si la altanería fuera un rasgo propio del poder.

Otro cuento que trata sobre el tema de la opresión es “Penélope”, personaje femenino que siembra en Ulises, el protagonista, la semilla de querer buscar un mejor porvenir. Esta mujer extranjera señala que “cuando se tiene libre el pensamiento y cuando al espíritu le han salido alas, es difícil conformarse a la rutina de un trabajo material lento y paciente” (40). 

Es así como ideas de libertad y desarrollo comienzan a tejerse en el corazón de Ulises a la par de sentimientos de amor y reflexiones como la siguiente: “He llegado a la conclusión de que cada ser humanos tiene en el pensamiento y en el corazón la imagen de otro ser humano a quien nunca puede amar físicamente, pero al cual adora espiritualmente bajo la forma de un ideal” (43).

Un amor así se describe también en el cuento “El capitán Silvano”. En esta historia, el protagonista, ante un amor imposible, “contempla las formas femeninas de los seres y las cosas” en el paisaje que lo rodea, mientras persigue una embarcación que contiene una carga de contrabando.

Muchos de los cuentos de Padrón tienen una fuerte carga de denuncia social, ya sea entre líneas o como tema principal.

Como señala Barrera Linares, por ejemplo, en el cuento titulado “Manrufo” se narra la historia de un negro trinitario que se siente superior a los venezolanos por hablar inglés, y con ello pretende abusar de las personas que lo rodean: “Venezuelan no poder hacer nada mí, señora. Yo ser negro pero inglés (…) Ellos ser indios palúdicos Venezuelan”. Esta historia es parte de la narrativa de Padrón que trata sobre temas locales, como el relato “El Negro Gertrudis”, que como señala Barrera Linares es “un cuento-homenaje a la oralidad”, que hace referencia a un personaje popular.

Pero en la presente antología también se encuentran relatos que van más allá del tema sociopolítico, muy característico de nuestra literatura en esa  época, tal es el caso de “Lázaro”, cuento que trata sobre un hombre que bajo la excusa de una extraña enfermedad abandona su casa, mientras mantiene una relación amorosa oculta con su cuñada. O el caso de “Insolación”, relato en el cual el protagonista es asesinado por su cuñado tras acusarlo de deshonrar a su hermana. Y, finalmente, “Biografía de un niño” que describe detenidamente el nacimiento y luego la muerte de un infante.

Definitivamente Candelas de verano y otros cuentos es un libro que recoge una selección de cuentos que no sólo describen el paisaje, sino que presentan claramente la imaginería del venezolano. Se trata de una narrativa que, como señala Barrera Linares, “va más allá de los cánones del criollismo ortodoxo”, ya que los temas van de lo local a lo universal.              

Sobre el autor

Julián Padrón (Monagas, 1910-Caracas, 1954). Escritor, periodista, Doctor en Derecho y licenciado en Diplomacia. Cofundador de la revista literaria El Ingenioso Hidalgo. Como presidente de la Asociación de Escritores de Venezuela, funda y dirige los Cuadernos Literarios. Entre su obra publicada se menciona: La Guaricha (1934, novela), Manrufo (1935, cuentos), Candelas de verano (1937, cuentos), Madrugada (1939, novela), Clamor campesino (1945, novela) y Primavera nocturna (1950, novela).